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miércoles, 23 de febrero de 2011

Aquel 23 de febrero

«Si lo llego a saber no vengo», pensó Juan Pablo II tras bajar del avión que lo llevó hasta Tokio. Ni siquiera pudo hacer su característico gesto de agacharse y besar la tierra. La alfombra roja que le habían colocado estaba encharcada y llena de barro. «Qué cansado es esto de ser Papa».

Aquella tarde de 1981 Juan Pablo II se convertía en el primer pontífice en hacer una visita oficial a Japón, donde tan sólo fue recibido cuatro personas. Era una tarde lluviosa en Tokio. Durante el trayecto del aeropuerto al hotel, tan sólo un joven mostró un cartel de bienvenida, arrugado y deteriorado por la lluvia, apenas fue percibido por el pontífice.

En Moscú se celebraba el 26º Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética. El jefe del Estado soviético, Leónidas Breznev, entre otras cuestiones, realizaba un llamamiento a los países de la OTAN para evitar el uso de las armas nucleares. Tras tres horas y cuarenta minutos de discurso el líder comunista se tuvo que retirar por la fatiga. Histórico. Los médicos le diagnosticaron que se había aburrido a sí mismo. Nada grave.

Al otro lado del telón de acero, Estados Unidos amenazaba con bloquear Cuba para frenar el envío de armas del gobierno de Fidel Castro a los insurgentes de El Salvador. ¿Estados Unidos amenazando? Hay cosas que nunca cambian.

Entre estas anécdotas, aquella tarde de 1981, en España el Real Madrid había vencido a domicilio al Osasuna por 1 a 2; y en la prensa deportiva se debatía si los porteros deberían o no lanzarse a los pies de los delanteros. «Ya en la posguerra habían dejado de blocar balones, por miedo a la tuberculosis», se argumentaba.

Sin embargo, el triste protagonista del día fue un tipo con bigote y con tricornio. Y no, no se trataba de una chirigota del Carnaval de Cádiz.

El intento golpista del coronel Tejero hizo reaccionar de forma unánime y ejemplar a los principales actores de la sociedad española de entonces, impregnada aún del espíritu de concordia y encuentro de la transición. Desde Manuel Fraga hasta Santiago Carrillo, desde las asociaciones de empresarios a los sindicatos, la Guardia Civil, las Fuerzas Armadas o los diferentes periódicos de tirada nacional. El cierre de filas fue generalizado en torno a la figura del Rey - clave con su breve pero histórico discurso de  aquella madrugada-, pero, sobre todo, por la defensa de la libertad de un país, plasmada en nuestra Constitución.

Aquel día, incluso el presidente de Acción Republicana se declaró «a disposición» del monarca. Todo esfuerzo fue poco para defender a la recién nacida democracia.

domingo, 13 de febrero de 2011

De la Telebasura a la prensa para envolver pescado

Si hay un máximo exponente de la Telebasura esa es la forma de ‘hacer televisión’ llevada a cabo por las cadenas de Silvio Berlusconi. Primero y principalmente en Italia a través de Mediaset – dueño de las principales televisiones privadas del país trasalpino – y segundo, exportando el modelo a España, ya que esa compañía es propietaria de Telecinco y, recientemente, de Cuatro.

El modelo inicial era sencillo: concursos banales donde nunca estaba de más que apareciera una o más mujeres en paños menores cantando una absurda cancioncilla – véase Las Mamachicho-.

Personalmente, pienso que la televisión poco o nada tiene que ver con el periodismo más clásico. Un periodista difícilmente podrá salir del modelo sensacionalista imperante en un medio en el que prima la imagen y su espectacularidad. Pero, ¿Qué ocurre cuando ese modelo se importa a la prensa?

En los últimos años en España han surgido un gran número de periódicos gratuitos. Evidentemente, por su propia definición, poseen escasa calidad y siempre tienen un enfoque exclusivamente local. Sin embargo, no deja de sorprenderme como determinados periódicos gratuitos londinenses van más allá del ‘amarillismo’. La tirada, una vez impresa, bien podría ir directamente a la pescadería a envolver pescado.

Portada del London Evening Standard
La imagen de la portada fue publicada el pasado 19 de enero por el London Evening Standard, periódico sensacionalista, con más de 180 años de historia y que desde 2006 se distribuye a diario de forma gratuita a más de medio millón de personas.

En la foto se observa la expresión de dolor de un niño que recientemente ha perdido a su hermano, fallecido en unas inundaciones. Además de ser un menor, se trata de la ceremonia del funeral. Un momento íntimo, privado, personal y que merece todo el respeto. Todo lo contrario a lo que hace esta publicación, que no sólo publica la imagen, sino que lo hace en la mismísima portada.

En páginas interiores se vuelve a publicar otra instantánea y la foto del otro menor fallecido.

Cualquier persona que trabaje en los medios de comunicación españoles sabe que esto sería impensable en nuestro país. Evidentemente, no por ética de los propios periodistas, sino porque las leyes protegen la integridad de cualquier menor por encima de la información.

Imagen en páginas interiores
Éste no es un caso aislado. Es frecuente encontrar en este tipo de prensa noticias relacionadas con macabros asesinatos, suicidios o accidentes, ilustradas con alguna foto de la persona en cuestión y que literalmente parece sacada de su perfil de facebook.

La verdad es que me acojona más el Big Brother de Orwell en su novela 1984 que el Gran Hermano de Mercedes Milá. Y es que en el Reino Unido parece que el derecho de la sociedad a ‘saber todo de todos’ prima sobre la intimidad del individuo. Multitud de cámaras graban 24 horas las calles, el metro, el interior de los edificios, las iglesias…hasta en el funeral de un niño por su hermano hay un objetivo que capta el instante más doloroso e íntimo. Y es que aquí, Gran Hermano te observa.